A mi querido blog ó el compás de espera

Querido amigo,  tú mejor que nadie sabe de mi compás de espera, sabes bien que mi interés por tí sigue vivo y que mi  regreso no ha de tardar, pero todavía necesito que las coordenadas de mi vida acepten el cambio  que ha de suceder.  Mi madre está al final de su camino, está viviendo el último capítulo de su vida y yo, a su lado, contemplo el dolor en su rostro y su lenta  despedida .

Los recuerdos guardados en la memória, regresan vivos a este triste presente. Alegrías y enfados, desacuerdos y olvidos vienen cogidos de la mano en un desfile victorioso, porque victorioso ha sido su deambular por la vida. Mujer valiente, despechada pero luchadora hasta el último aliento, siempre irradiando energía, incluso ahora en su contienda contra un cáncer, que aún sabiéndose éste ganador, se la llevará con el sabor amargo de haberla  vencido a medias y sin honor.

Mamá siempre  ha sido de talante agridulce;   dulce por dentro pero, por fuera,  han trascendido  su fuerza, su energía, su forma de afrontar los hechos y todos ellos  son su gran legado que ha hecho mella en mí manera de ser.

Queda poco tiempo para cruzarnos las miradas aún llenas  de sentido, quedan días  de dolor físico y emocional. No puede hablar, alguna vez un monosílabo escapa con avaricia de sus labios, pero no hace falta, yo sé lo que intenta decir...  El paso de este tiempo será cruel e indefinido, pero le  traerá consigo liberarse  del sufrimiento y acoger la paz . Para mí el dolor de la pérdida, pero también el agradecimiento de su entrega, que ella,  a pesar de haber vivido rodeada de  más penas que alegrías, la hizo presente todos los días de su vida, al igual que ahora la llevaré conmigo en mi memória el resto de mi vida.