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Este rostro que la fuerza del viento intenta voltear, podría ser la de cualquiera que pudiese contemplar la humanidad... el viento ignora que no es su fuerza la que obliga a este gesto que desfigura la expresión.
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La perplejidad, asoma en los rostros de todos aquellos que con buena voluntad intentan andar por este bosque repleto de alimañas que se esconden en él.
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Los hay de todo tipo y condición y también de alta cuna pero de baja cama, como reza la canción. No importa sino su deseo desmedido ... nunca es suficiente. No importa que suene el gong, la corte de sanguijuelas está ahí para protegerlas a cambio de prebendas más o menos cuantiosas, según sea su condición y servicio, su silencio o su oportuna desviación de la mirada, para allanar su camino de ambición... y así, lentamente descendemos día a día, paso a paso hacia a una mayor decadencia.
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Uno tiene la sensación de formar fila entre los perdedores, entendiendo esto como aquellos que intentan actuar con una cierta decencia, que aunque no exenta de fallos, se empeña una y otra vez en militar en ella.
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Contemplamos cada mañana como el cielo sigue dando cobijo a tanta variedad de seres humanos donde una mitad somete siempre con cobardía, desprecio, ignominia y descaro a la otra mitad. No es que la mitad que sufre esta afrenta sea débil, es que ésta lucha con otros valores de más alcance pero mucho más lentos y seguros... pero los resultados llegan tan tarde que la mayoría no llega a verlos.
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La Humanidad avanza a paso lento y a buen seguro seguiremos soportando la tormenta, estoicamente, durante más tiempo, pero el germen de aquellos que desean más justicia igualitaria está ahí, cada vez con más notoriedad.
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No se trata de predecir un mundo feliz como hizo Huxley en su novela, sino de lograr un cierto equilibrio, compartido por todos,
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La desconcertante desvergüenza de la que alardean tantos políticos y poderosas sanguijuelas de toda condición , que atesoran desmanes de toda clase e importancia, ante la contemplación de un foro perplejo, debería tener los días contados y así será. La connivencia con el delito debe terminar su hegemonía y la Ley es la encargada de poner impedimentos en su marcha, debe ser justa y, sobretodo, de rápida aplicación.
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Todos debemos ayudar a preparar el terreno para que la sociedad sea lo más sana posible.
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Siempre existirá el mal, pero hay que acotarlo para que no sobrepase las lindes de los que deseamos un mundo mejor.
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