Al salir de casa a tan sólo un par de quilómetros a pie, encontré una tarde este riachuelo que discurre por un cauce oculto entre cañaverales. El caudal era humilde y limpio. Mientras miraba las aguas, pensaba en cómo aprender a dejarme llevar por ellas sin oponerme a la corriente, sin resistirme a su empuje. Dejar de luchar, irme puliendo poco a poco con su roce hasta alcanzar la forma suave y perfecta de esos cantos. Tenderme bajo el agua y volverme esa piedra cálida que alguien se llevaría a casa y acariciaría sabiendo que contiene la sabiduría del tiempo. F.B. ...
Anochecía cuando regresé a casa. Cené sin tener hambre y me tumbé en el sofà, cansado después de andar sin rumbo durante varias horas. No conseguía encontrar la posición perfecta. Tenía la TV puesta, pero no me interesaba suficientemente como para estar miràndola como si fuese una obligación, así que opté por levantarme y acostarme, no sin antes retirar la colcha que me había regalado mi madre. Seguramente influenciado por el recuerdo de mis padres, busque mi posición preferida para zambullirme en un descanso reparador. Rápidamente, me abandoné en los brazos de Morfeo..
... pero no tardé en despertarme. Una sèrie de imágenes empezaron a desfilar por mi memória. Pensaba en mi padre, sentado en el sillón y con la mirada vagarosa y sin detenerse en nada y en mi madre, trasteando con poco nervio en la cocina, preparando la cena de todos. Poco antes, a media tarde, casi siempre ponía la lavadora , según decía era cuando más tiempo tenía. Lejos quedaba ya cuando la intendencia era para seis. Ahora sólo era para ellos dos y, para mí, cuando iba unos pocos días en vacaciones. Sé que compartía poco tiempo con ellos. Sé también que a medida que pasaba el tiempo mi interés por ellos decrecía. Su vejez me molestaba, no sé si por recordarme lo cerca que tenía la mía...
Mi padre tenía poca salud y era consciente de ello. Era parco en palabras y en gestos. Su vida había canviado en muy poco tiempo. No tenía la presència de sus hijos, a nadie le interesaban sus consejos o regañinas. No sé sentía, ni sentían que fuese el jefe de la casa. No le consultaban, no le contaban, no compartía con ellos los días de alegrías ó sufrimientos . Que lejos quedaba todo !.
Mi madre era distinta, aceptaba las cosas como venían, con resignación... los hijos cuando se van del pueblo , lo hacen para no volver ... , era ya una costumbre asumida.
Ahora se contentaba con refunfuñar mientras hacía la cama, la comida, limpiando...Cada gesto de ellos, que antes eran para mí naturales, ahora los observaba a distancia y cada vez me sentía más lejos ... de vez en cuando , muy de vez en cuando me preguntaba que estaba pasando, porque los observaba con un cierto disgusto ?
Así transcurría mi descanso poco reparador, cuando otras imàgenes aparecieron... eran las aguas que había contemplado horas antes y que me condujeron a unos pensamientos entre profundos y valdíos. Recordaba que desee ser llevado suavemente por las aguas para que estas puliesen mis cantos y me llevasen al lecho del río, en espera que alguien me recogiese pensando que encerraba la sabiduría del tiempo...
Detuve mi pensamiento, repasé las imàgenes y analicé su sentido, comparàndolo con mis hechos . Salí perdiendo lo reconozco pero en el fondo me alegré de reconocerlo, era como darle un poco de paz a mi conciència.
Por fin Morfeo vino a rescatarme y me dormí.
A la mañana siguiente, después de tomarme el desayuno que había dejado mi madre encima de la mesa , antes de irse para hacer la compra del día, cogí el libro que estaba leyendo a rachas y salí a dar el paseo por las afueras del pueblo para hacer algo de ejercicio y también por acortar el largo tiempo de la jornada. Casi sin darme cuenta, escogí el mismo camino del día anterior. Pronto estuve ante el riachuelo de aguas limpias. Esta vez las aguas se movían con más prisa, como si quisieran llegar pronto a su destino. Me senté y apoyàndome en un árbol abrí el libro, pero no conseguí concentrarme y empecé a detener la mirada en todo cuanto me rodeaba y volví a pensar en mis padres, como si algo reclamara mi atención. Fué como repasar un guión de líneas torcidas y de lectura difícil. Había algo que me molestaba . Seguí escudriñando el suelo a mi alrededor, cuando descubrí un grillo que andaba con dificultad y sin querer hallé una semejanza entre él y mis padres,... su andar lento, su seguir el camino sin atender a nada más, concentrado en su esfuerzo por llegar a alguna parte. Este pensamiento me molestó. Un mohín apareció en mi rostro. Deseché los recuerdos y con un golpe de zapato lancé el grillo lejos de mí. Abrí el libro y empecé a leer, pero tampoco tuve suerte esta vez. Enronces empecé a pensar en el tiempo y en la sabiduría, estrechamente ligados al pensamiento que tuve la primera vez que ví el riachuelo. Poco a poco, fuí llegando al problema que me acuciaba ... la vejez. Decidido a no dejarme vencer, cerré el libro y di por terminada la sesión de los recuerdos que a nada me conducían. De un cerrojazo, abandoné la imagen de la piedra de cantos pulidos y la idea de que alguien encontrara la piedra de la sabiduría del tiempo ... les cerré la puerta , sin pensar en lo inútil de la decisión, dado que la sabiduría , mal se puede abandonar cuando no se tiene y el paso del tiempo no necesita puerta... C.V.
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